Mariló Montero: El chivo expiatorio de la incultura
Ana Alejandre
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Mariló Montero |
Hay un personaje televisivo que está siendo objeto de continuas
críticas, comentarios malévolos y burlas en las redes sociales por sus
equivocaciones cuando habla, presentando el programa de las mañanas que tiene
en TVE "La mañana en la 1". Se trata de Mariló Montero, ex esposa de
Carlos Herrera.
No se trata ahora de negar que tales equivocaciones han
existido, pero sí hay que afirmar que no es la única profesional de los medios
que se equivoca al hablar, ni tampoco sus errores dialécticos son tan graves
como para estar continuamente siendo objeto de comentarios críticos y burlones
que convierten a las redes sociales en cañones estereofónicos que amplifican,
aumentan y agravan esas simples equivocaciones que cometen todos los
profesionales que se ponen ante una cámara o un micrófono, haciendo verdad ese
dicho de que "el que tiene boca se equivoca".
Cabe preguntarse por qué una profesional que lleva más de
dos décadas ante los micrófonos y cámaras no ha sido nunca criticada de forma tan
feroz por esos errores que todos los humanos cometemos al hablar, durante todo
ese tiempo y sólo cuando se ha divorciado de Carlos Herrera ha comenzado la
caza de los gazapos que comete, es decir, se ha abierto la veda, porque la alargada
sombra de su ex marido ya no la protege de la malevolencia y las burlas de
quienes parece que nunca deben cometer error alguno para ser tan sumamente
críticos con algo que no pasa de ser pura anécdota y, en muchas ocasiones,
divertida.
No hay que olvidar que una famosísima presentadora de
televisión cometió un plagio con un libro supuestamente escrito por ella
-aunque fue su ex cuñado quien llevó a cabo el refrito de los textos de dos
autoras famosas que formaban la obra "escrita" por la famosa
presentadora-. Cuando se vio descubierta ni pidió perdón por el delito que
había cometido al poner su nombre en una obra en la que no había escrito ni una
coma y que, además fue denunciada por
plagio, aunque cobró una gran cantidad de millones de las antiguas pesetas por
su "autoría" supuesta y cara
dura cierta.
A pesar del escándalo, no sólo no perdió su puesto en televisión
y su caché millonario, sino que nadie parece recordar lo sucedido y nunca ha
sido objeto de burlas, críticas o comentarios, sino que todos parecen tener
cuidado en no recordar esa página tan poco loable de su currículum profesional
que ha caído en el olvido más absoluto.
El hecho de confundir (D.E.P.) con INRI -que significa "Jesús de Nazareth, Rey de los Judíos" y sólo
aparece en los crucifijos, pero nunca en las lápidas-, cuando dijo que
se ponían una de las dos en una lápida, confundiendo la firma de una carta
dedicada a Asunta Basterra, la niña asesinada supuestamente por sus padres
adoptivos en Oviedo y que era firmada con las siglas (Q.E.D.), afirmando que
significaban "que en paz descanse", aunque se dio cuenta enseguida
del error y pidió perdón. El hecho en sí podría tener alguna importancia si la
persona está convencida de lo que ha dicho y no se da cuenta a posteriori de que se ha equivocado por
la tensión del directo o un simple despiste al hablar, como todos sufrimos a
diario.
Ella misma ha dicho que le gustaría saber por qué es "trending
topic" en las redes sociales, animando así más aún al gallinero nacional
para que sigan los comentarios sobre sus errores y gazapos en un país de
personas tan cultas y doctas de lo que sirve de ejemplo los mensajes sms,
correos electrónicos y spots en las redes sociales y demás medios de
comunicación que son una auténtica colección de disparates, errores, faltas
garrafales de ortografía e incultura manifiesta.
No conozco personalmente a Mariló Montero ni tengo ningún
interés personal para salir en su defensa. Sus errores son tales, unos más de
los muchos que cometen tanto los que están delante de una cámara o micrófono y,
peor aún, escriben en los periódicos, repitiendo palabras como
"ucranios" en vez de "ucranianos", por poner un ejemplo, sin
que ningún jefe de redacción corrija tal disparate; cuando no errores
sintácticos garrafales y continuos gazapos que en un lenguaje escrito son menos
disculpable que en el lenguaje hablado, porque se pueden corregir antes de ser
publicado el texto.
Mariló Montero es una buena profesional que comete
errores al hablar que pueden parecer garrafales e imperdonables en alguien que
está delante de una cámara; pero quienes la critican y hacen burla de sus
equivocaciones deberían primero leer sus propios escritos, mensajes y post en
las redes sociales, y también de sus amistades, y anotar cuántos errores
increíbles en personas medianamente cultas, supuestamente, barbaridades, faltas
y demás gazapos y, si no encuentran ninguna, entonces podrán criticar los
errores cometidos por alguien que está delante de una cámara y habla
improvisando, con la tensión, la premura y el nerviosismo que ello conlleva.
Quizás así serían menos duros al juzgarla y más
comprensivos, porque Mariló Montero no es más que el chivo expiatorio de una
sociedad que desprecia a la verdadera cultura, la que sólo se consigue leyendo
mucho, reflexionando y buscando la información, el conocimiento en las fuentes
auténticas e insustituibles como son los libros, el arte, y en todas las áreas
del conocimiento, pero no en las redes sociales donde no hay un solo post que
resista el más ligero análisis sin encontrar continuos errores gramaticales y
sintácticos que hace sonrojar a cualquiera que sepa de verdad escribir y
expresarse oralmente y no sea un analfabeto funcional como son muchos de
quienes critican los errores ajenos, como son los cometido por Mariló Montero.
La aludida no debería tener interés en saber por qué es
"trending topic" en las redes sociales, ya que es un fenómeno normal
en estos medios de comunicación generalizados. Es más fácil, reírse, mofarse y
criticar los errores cometidos por los demás que hacerlo de uno mismo. Ello
significaría un trabajo de autocrítica que no está al alcance de cualquiera,
desde luego no de quienes se burlan de las faltas y errores ajenos para no
tener que aceptar las suyas propias, porque en ellos se ven reflejados.
TVE debería agradecer la publicidad gratuita y eficaz que
Mariló Montero con sus despiste le está dando al programa, porque no hay mejor
señuelo para atraer al público que el morbo que representa el hecho de poder
ver a quien está delante de la cámara cometiendo un error, un gazapo, que va a
ser la comidilla general y la diversión en las redes sociales para quienes no
tienen tiempo para leer (ni ganas) y se pasan horas ante el ordenador,
escribiendo y dando muestra de su gran incultura de forma escrita, mientras se
ríen de la ignorancia ajena. La verdadera cultura siempre es respetuosa con la
ignorancia, los despiste o los simples errores humanos, a los que comprende,
disculpa y no hace mención de ello para humillar a quien ha errado.
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